Estados Unidos alienta la subversión contra Cuba hace medio siglo y a través de una campaña mediática intenta distorsionar la realidad con el objetivo de ahogar el proceso revolucionario.
La administración norteamericana, encabezada por Barack Obama, se sumó a la trayectoria de sus antecesoras y en febrero de 2010 renovó la declaración de emergencia nacional contra Cuba, vigente desde 1996, cuando después de numerosas violaciones del espacio aéreo fueron derribadas dos avionetas.
Las estrategias mediáticas de subversión han ampliado los horizontes y están enfocadas ahora en el reclutamiento de elementos antisociales capaces de todo, a cambio de ganancias económicas, como denunció recientemente el Parlamento cubano en una declaración oficial.
Hace unos días, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, denunció en el segmento de alto nivel del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que se pretende presentar a mercenarios como patriotas, a agentes pagados de Estados Unidos en territorio cubano como disidentes, a delincuentes apátridas como prisioneros de conciencia.
Rodríguez argumentó que la poderosa maquinaria del imperio no vacila en utilizar a un recluso reincidente y sancionado en debido proceso, por delitos comunes, y luego reclutado en prisión, para presentarlo como un luchador por los derechos humanos.