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viernes, 30 de abril de 2010

El Club-K le desvela el sueño a los británicos

Alarmados por el nuevo sistema ruso Club-K de misiles de crucero, los medios de comunicación occidentales auguran un cambio en la correlación de fuerzas, en el escenario internacional y la proliferación de misiles balísticos, en una dura campaña de presión contra el sector ruso de exportaciones armamentísticas.

A medios británicos les asusta que la nueva arma letal rusa, se pueda ocultar en un contenedor de embarque tradicional de 40 pies, capacitando a cualquier barco mercante para destruir un portaaviones.

Es una idea bastante novedosa, la de ocultar un lanzador de misiles dentro de un contenedor y luego transportarlo de forma clandestina a cualquier parte. En un abrir y cerrar de ojos, el Club-K permite lanzar un ataque de precisión, y a gran distancia desde embarcaciones convencionales que pueden desplazarse inadvertidas a cualquier parte del mundo, indica Robert Hewson, director de la guía especializada Jane's Air-Launched Weapons.

Pero lo que más les quita el sueño a los británicos, es que, una vez en las manos de los regímenes como el venezolano o iraní, el Club-K sea capaz de aumentar sustancialmente su capacidad defensiva frente a una eventual agresión de Estados Unidos y sus aliados. Por su parte, Israel está preocupado por si los contenedores con misiles dentro lleguen vía Siria, a las manos de los terroristas de Hezbollah.

Es un arma defensiva muy eficaz y además económica, cuyo precio ronda los 15 millones de dólares, bastante menos que el de una fragata o corbeta, buques que tradicionalmente cumplen la misión de defender las costas.

Para países con recursos limitados que tienen un litoral extenso, se trata de una buena alternativa al material caro que exporta Europa Occidental. En otras palabras, las fragatas españolas, los submarinos alemanas, los misiles franceses o los helicópteros italianos podrían ver bastante reducido su mercado actual.

Cuando un cliente tan importante como Emiratos Árabes Unidos se interesó por la nueva arma rusa, la prensa londinense entró en pánico.