Las amenazas se escucharon a las 11.37 del viernes pasado en la frecuencia operativa de la Torre de Control del Aeroparque Jorge Newbery. Gritaron primero: Maten a esa yegua, y luego: Maten al pescado.
Cristina Fernández debía subir al helicóptero presidencial para viajar de la Quinta de Olivos a la Casa Rosada. En la radio del vuelo se escucharon esas frases durante unos cinco segundos, con el agregado del siniestro sonido de La avenida de las Camelias, la marcha militar que acompañó durante años los comunicados de la última dictadura.
A esa misma hora, ese mismo viernes, curiosamente había empezado el juicio contra los militares que actuaron en la Escuela de Mecánica de la Armada. Todo un dato.
El Ejecutivo presentó la denuncia por delitos de acción pública ante la Justicia federal.
Cristina y Néstor Kirchner responsabilizaron a los dinosaurios y los gerontes por la emisión de los mensajes. El ahora diputado bonaerense manifestó que no podemos permitir que dos o tres gerontes nos dividan.
Por su parte, el piloto Jorge Pérez Tamayo, alertó sobre el peligro de las interferencias para la seguridad de un vuelo, ya que si hubieran dado instrucciones a un avión, dijo, podría haber colisionado en el aire.