Una decena de policías murieron y otros tres resultaron heridos hoy en un ataque perpetrado por presuntos guerrilleros maoístas en el estado de Orissa, en el este de la India, confirmaron fuentes policiales.
De acuerdo con el subinspector general de Policía Sanjeeb Panda, una mina estalló este domingo al paso de un convoy militar por el distrito de Koraput, considerado un bastión de los rebeldes en esa región.
Uno de los tres ómnibus resultó completamente destruido, y se confirmó la muerte de 10 miembros del cuerpo de seguridad.
Las incursiones rebeldes se produjeron en momentos en que el ministro indio del Interior, Chidamabaram, se encontraba ayer domingo en el estado de Bengala Occidental, que al igual que Orissa y Jharkand, forma parte del llamado corredor rojo, que se extiende por el este del país.
El funcionario llegó el domingo a la región de Lalgarh, en medio de fuertes medidas de seguridad, para supervisar la marcha de la Operación Cacería Verde, que pretende aniquilar a un movimiento guerrillero que ha sido calificado por el Primer Ministro Manmohan Singh, como el mayor desafío que tiene la seguridad interna del país.
Chidamabaram, quien calificó de cobardes a los integrantes del brazo armado del ilegal Partido Comunista Maoísta de la India, reiteró que el gobierno está dispuesto a dialogar con los insurgentes.
La única condicion, dijo, es que pongan fin a la violencia armada.
Presentes en una gran parte de la India, los guerrilleros maoístas aseguran luchar por mejores condiciones sociales y económicas para la población de las zonas rurales, y contra la corrupción imperante en el país.
Para muchos analistas y políticos locales, la solución del conflicto no está sólo en una respuesta militar por parte del gobierno, sino también en garantizar empleos y una mejor distribución de la riqueza en esas regiones, entre las pobres y atrasadas del país.