La pretensión opositora de instalar una nueva agenda a partir del inicio del período de sesiones legislativas, sin mayoría kirchnerista se frustró a poco de comenzar. En los primeros 30 días de funcionamiento ordinario, el Congreso celebró dos sesiones, una en Diputados y otra en el Senado, sólo dio media sanción a un proyecto de nulidad de un decreto derogado, y chocó una y otra vez con las dificultades para establecer reglas de juego claras con el oficialismo.
Ahora que el oficialismo perdió la mayoría, el Congreso podrá trabajar, había pronosticado el diputado del PRO Federico Pinedo, en diciembre. El tiempo, aún, no le dio la razón. Esta semana, el oficialismo y la oposición volverán por la revancha.
La oposición tuvo su momento de gloria el 3 de marzo. Ese día, consiguió marcarle la cancha al kirchnerismo; 35 minutos de sesión bastaron para que el arco anti-K se quedara con la mayoría, en las 25 comisiones que tiene la Cámara alta, modificara la composición de la bicameral de Trámite Legislativo, que estudia los decretos de necesidad y urgencia, en su favor y plantara su propia agenda. En esa ocasión, se valieron de 37 votos. Fue la única vez que lograron reunir su propia mitad más uno, de la mano del riojano Carlos Menem.