Primero fueron semanas, luego días y finalmente horas: se acaba la Cumbre sobre Cambio Climático y los delegados de 193 países siguen en busca del tiempo perdido.
Como Marcel Proust, con la diferencia sustancial de que no se tratan de las magdalenas que evocan recuerdos, sino del futuro en sí mismo de la humanidad a partir del planeta en que vivimos. La Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas es un fracaso.
Con sus ojos más rasgados que nunca, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, parecía nervioso cuando advirtió anoche el mismo mensaje de siempre, que los dirigentes tienen que actuar, que este es el momento, y que no tienen más tiempo que perder.
Copenhague no es un juego donde se pueda guardar las cartas en la manga. Es esta la hora de actuar, y el veredicto de la Historia no salvará a quienes no asuman su responsabilidad, sentenció el mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.
El gobernante boliviano, Evo Morales, señaló que el deber es salvar a toda la Humanidad, y no sólo a la mitad de ella, mientras que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ironizó que tal vez los ricos se quieran ir a vivir a otro planeta.
Sarkozy y Lula impulsaban en la madrugada de Copenhague un arreglo que permita en los siguientes seis meses un acuerdo vinculante sobre el calentamiento global, con lo cual la escena quedaría lista para la Cumbre que se desarrollará, con sede en México 2010.
Varios activistas de Greenpeace fueron apresados en las últimas horas al tratar de ingresar en la lujosa cena de gala de la cumbre en el Palacio Christianborg de esta capital, donde querían colocar un mensaje que finalmente dos de ellos lograron pasar.
El director ejecutivo de Greenpeace-España, Juan López de Uralde, ingresó en la instalación con un acompañante y entre ambos desplegaron el cartel, antes de ser detenidos, con la sentencia: los políticos hablan, los líderes actúan.