El niño haitiano Kelbin Fleurine abandonará hoy el hospital de Mirebalais muchos días después de tener su vida en un hilo y luego salvarla, en un hecho que algunos en la ciudad consideran milagroso.
El pequeño Kelbin, de solo siete años de edad, llegó un día al hospital con un cuadro clínico muy grave y solo gracias a la entereza de los médicos cubanos volverá con su familia.
Kelbin agarró una enfermedad en la piel, tal vez por su costumbre de bañarse en las aguas contaminadas del río Artibonite, una corriente fluvial que nace en República Dominicana, baña Mirebalais y va a perderse al golfo de Gonaives.
Tuvo suerte el más pequeño de la familia Fleurine, la cual forman otros cuatro hermanos, de encontrarse con el pediatra cubano Juan Rafael Pino, el artífice principal de que salvara su vida.
Pino, especialista en nefrología infantil, y los médicos cubanos del hospital hicieron cuanto estuvo a su alcance para salvar a Kelbin, quien sufrió dos paros cardíacos, estuvo más de 48 horas sin orinar y hasta hubo que hacerle una traqueotomía para que pudiera respirar.
El galeno cubano, con 19 años de experiencia como pediatra, se encuentra desde hace ocho meses en Haití, donde cumple su primera misión en el exterior.
Admirador sin límites de los niños, Pino recuerda a su pequeña Carolina, de solo cinco años de edad, y advierte que no reparará en horas ni esfuerzo por ayudar a los infantes haitianos.
La madre de Kelbin le agradece por salvar a su hijo y sus colegas cubanos lo consideran el artífice principal de la casi resurrección del niño.