Con las declaraciones de Francisco Chávez Abarca, se agravó la situación del terrorista Posada Carriles. Chávez Abarca dijo que fue una marioneta del terrorista, por la edad, por la información, por inmadurez, y de eso él se valió, admitió el acusado, quien fue contratado para cometer atentados en La Habana en 1997.
Contó que además de participar en su reclutamiento en El Salvador, donde era encargado de ventas del taller Moldtrok, Posada estuvo en la preparación del material explosivo que se usó en las acciones vandálicas en la capital cubana.
Manifestó que el autor intelectual de la voladura de un avión cubano en 1976 intervino para esconder con sus propias manos el C-4 en un televisor que transportaría a La Habana otro terrorista: Raúl Cruz León.
Ese mismo explosivo, en el hotel Copacabana, del reparto Miramar, provocó la muerte del joven turista italiano Fabio Di Celmo, el 4 de febrero de 1997.