Mientras las naciones occidentales siguen comprometidas por la crisis, el país llega a la cumbre del G-20 con una de las mejores performances del planeta. La receta es más obra pública, consumo interno y desarrollo del aparato productivo.
En un mundo aún convulsionado por la incesante crisis internacional; en un Occidente industrializado que no encuentra otra salida a la creciente conflictividad socioeconómica, que recurrir al nefasto recetario del FMI, la Argentina sobresale como una de las tres primeras naciones con los más elevados índices de recuperación.
En efecto, políticas sociales, comerciales y económicas soberanas, con el Estado además como eje fundamental, la Argentina se eleva como un excelente ejemplo, para las economías emergentes decididas a no pagar los costos de una crisis generada por las economías desarrolladas.